Buenas huraños míos, Caminaba a población aledaña en busca de hembras de piernas prietas y pechos turgentes cuando decidí atravesar un gran comercial cuyo nombre no quiero mencionar pero del cual adjunto fotografía. Sendos carruajes de metal apostados en la puerta de tal comercio me distraían de mi misión principal, buscar hembras. Decidí improvisar y adentrarme en un túnel u oquedad formada en la falda de una altiplanicie por la cual circulaban esos malditos carruajes metálicos a gran velocidad, Telarañas, oscuridad y humedad me aguardaban en aquel inhóspito chocho, que diga agujero, túnel, oquedad. Transcurridos algunos minutos y algún que otro susto vislumbré una claridad de forma circular que se presentaba ante mí como el final de aquella aventura sotaterra. ¿Pero dónde carajo estoy ? pensé mientras recuperaba la vista después de salir de aquel agujero infecto. A mi izquierda y en la puerta de una choza se encontraba un tipo alto, espigado, huesudo, de mirada oscura y penetran...
Idiosincrasia de un hombre huraño de Peloponeso